Se selecciona cristal en bruto, con el tinte y las cualidades ópticas del futuro parabrisas, según las dimensiones y la forma que se solicitan, requeridas y luego se moldean los bordes por un proceso de gastado de filos.
Una vez lavado y secado el vidrio, se aplica una serigrafía, por medio de un bastidor y un esmalte por el contorno del producto, este se efectúa en color negro para que los rayos ultravioletas sean filtrados por el color y así no degradan la posterior instalación con uretano del producto.

Las 2 hojas de cristal que constituye el futuro parabrisas laminado se instalan en una armazón y se transfiere al horno, donde se somete a un proceso de moldeo por gravedad; la temperatura subirá gradualmente hasta alcanzar aproximadamente los rangos entre 550ºC y 700°C, punto en el cual las hojas se curvan sobre la armazón de metal, adquiriendo así la forma deseada del parabrisas.